La coherencia

La COHERENCIA es una de las palabras que más veces aparece en mi libro Estamos hechos de lenguaje. En la segunda parte, le dedico un apartado con el título “Lenguaje no verbal, coherencia, sensores y emociones”. No obstante, no sólo hablo de coherencia en el capítulo 10, sino que aludo a ella a lo largo de todo el libro. Eso demuestra que para mí, la coherencia es uno de mis ‘leit motiv’.
Copio a continuación algunos de los párrafos en los que hablo de COHERENCIA. Son sólo algunos ejemplos. Al leerlos ahora seguidos, tengo la sensación de que en este libro ya lo he dicho todo y ya no tengo nada más para decir…

p. 149: «No podemos engañar a nuestras células. Son ellas las que perciben si existe coherencia entre todos los niveles perceptivos. La nueva biología ha descubierto que todo empieza en las células. Recientes estudios han llegado a la conclusión de que la membrana celular es la parte más inteligente y rápida de nuestro cuerpo. Tenemos 50 billones de células organizadas y especializadas. La membrana celular de cada una de las células en todos y cada uno de los órganos y sistemas de nuestro cuerpo, es la que reacciona a los estímulos externos, procesa la información, mide su coherencia, toma las decisiones y desencadena las respuestas apropiadas. ¡Y todo esto lo hace antes de que nuestra mente consciente se dé cuenta! Nuestro cerebro funciona como un sistema coordinador y transmisor de señales. ¡Pero no es el que da las órdenes a las células porque las células se le han adelantado!»

p. 151: «El corazón puede cambiar y dirigir las emociones, generando lo que se conoce como coherencia cardíaca, un estado de alta eficiencia en el cual todos los sistemas (nervioso, cardiovascular, endocrino e inmune) trabajan eficientemente y en armonía. El corazón tiene un sistema nervioso independiente y más de 40.000 neuronas que son capaces de transmitir al cerebro cuatro tipos de señales: impulsos nerviosos; información bioquímica mediante hormonas y neurotransmisores; información biofísica mediante ondas de presión, y comunicación energética a través del campo electromagnético. El campo electromagnético creado por el corazón es 5.000 veces más potente que el del cerebro, y este campo cambia en respuesta a nuestro estado emocional, se desordena con el miedo, la ira y la desconfianza y se ordena con emociones y pensamientos positivos. Las ondas cerebrales se sincronizan con las variaciones del ritmo cardíaco, armonizándose o alterándose la coherencia biológica de todo nuestro cuerpo.»

p. 293: «En palabras de la bioquímica Mae-Wan Ho, los organismos vivos presentan coherencia cuántica, intercambian energía con rapidez y eficacia, son capaces de cooperar y reaccionan a las señales externas con extrema sensibilidad: perciben campos electromagnéticos de intensidades increíblemente bajas. El intercambio eléctrico se produce a todos los niveles y es el responsable de la organización de todos los procesos biológicos, exquisitamente elaborados y sintonizados con los ritmos electromagnéticos naturales de la Tierra.»

p. 325: «Si observamos a nuestro alrededor, descubriremos que este orden armónico empieza por la coherencia con uno mismo y resuena —por superposición y resonancia de ondas— a todos los niveles de la existencia. El análisis cientifista y racionalista de la vida, la doble moral que deja fuera el significado espiritual y profundo, está resquebrajándose. Estamos ante un momento evolutivo en el que una parte de la humanidad está abriéndose a una nueva conciencia integral donde la lógica ya no lo es todo. La nueva conciencia requiere la plena integración de la inteligencia del corazón, del sentir que se halla más allá de las creencias, de la visión intuitiva que nos aportan los aspectos simbólicos, metafóricos, mágicos y míticos que como humanidad habíamos despreciado y dejado atrás, y que ahora necesitan situarse de nuevo en primer plano como parte de un cambio colectivo que sólo es posible a nivel individual y desde la madurez, la comprensión y la presencia.»

p. 326: «Cuanto más nos vamos acelerando, más nos alejamos del ritmo natural, del ritmo de coherencia, de los ritmos circadianos y cada vez estamos más lejos de nuestra salud, nuestra paz interior y nuestra coherencia. Porque aunque hayamos crecido y nos hayamos «realizado», en nuestro interior seguimos siendo criaturas abandonadas que han perdido la conexión con su alma y con el sentido de la vida. Vivimos en un estado constante de crisis, de estrés y excitación mental, de conflicto con nosotros mismos y con los demás. Vivimos en un estado constante de falta de ética y de conciencia.»

p. 327: «Desde el momento en que se emite una onda en una frecuencia distorsionadora, esta frecuencia afecta nuestros ritmos biológicos, nos acelera, nos crea un estado de miedo y de ansiedad, de disociación, de incoherencia en el que por un lado funciona nuestro cuerpo (los sensores se ven acelerados) y por otro nuestra mente (los programas de análisis se ven distorsionados). Es así como el lenguaje humano perdió la conexión entre la semántica y la fonética (hemisferios lateralizados), al dejar de actuar con una mente holística común. Es por esto que los humanos dejamos de entendernos.»

p. 342: «Es importante que sepamos que las únicas células que ven alterada su capacidad de intercomunicación son las células cancerígenas. ¿Qué significa eso? Pues que la diferencia entre las células normales y las cancerígenas depende de su grado de coherencia.»

p. 343: «El instituto HeartMath se ha centrado en el estudio de las llamadas emociones positivas, descubriendo que el amor y el aprecio generan un patrón de frecuencia cardíaca que parece estar asociado a un estado de coherencia, a una sensación de bienestar general y a una mejora de la capacidad perceptiva mental y del rendimiento cognitivo, físico y social.»

p. 347: «¿Cómo podemos saber si estamos en coherencia? Tenemos un indicador ― que actúa como un barómetro― que es nuestra voz. El análisis de la voz nos permite descubrir nuestra coherencia y armonía, saber qué notas tenemos en exceso, cuáles nos dispersan, equilibran o reparan. Nuestro instrumento es el cuerpo. El aparato fonador es la caja de resonancia, emite ondas como una guitarra o un piano. Las ondas sonoras de nuestra voz se expanden y producen resonancia con nuestros órganos internos, creando una onda de forma que nos permite reconocer el estado de salud.»

p. 357: «Mae-Wan Ho defiende la coherencia cuántica de los organismos vivos, afirmando que sus estructuras moleculares se comportan como cristal líquido y que se intercomunican por resonancia, lo cual confirmaría la influencia de las frecuencias electromagnéticas sobre la actividad de biocomunicación que deben mantener de modo constante todas las moléculas de todos los organismos vivos.»

p. 370: «A partir de la reconexión con la Tierra, el Ser toma unas referencias de integridad, de ética, de coherencia, de unidad. Hay que sentir el entorno para alcanzar el sentido profundo y esencial de la vida. Cuando estás sintiendo, la mente deja de creer para formar parte del Saber y del Ser. La sabiduría está en esa percepción. Y la conexión se hace en silencio. Porque sólo en silencio podemos «escuchar» la información que nos llega a través de la percepción y la sensibilidad. El Ser que «escucha» no es manipulable.»

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